domingo, 2 de diciembre de 2012

Intimidad



Los habitantes de la aldea
extraían la luna de la mina
y la portaban hasta el monte.

En la cima la echaban al vuelo
y hacían la noche.

¡A cazar Perseidas!,
gritaban los jóvenes.
Y soltaban de sus palmas
el tomillo para dejarse encontrar.

A consolar a San Lorenzo,
decían los viejos.
Y aprovechaban la oscuridad del día
para que nadie se enterneciera
viéndolos llorar.

2 comentarios:

  1. Quien muchas veces no ha ocultado las lagrimas para que no nos vieran llorar.Optimo poema.Teresa J.deteresa

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  2. Muchas gracias, Teresa; eres muy amable. (Además de ser la primera invitada en llegar a la fiesta).

    Un beso.

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